Cuenta atrás para el fin de Penamoa

Penamoa se vacía, pero no del todo. Quedan 20 familias que se resisten a abandonar el poblado en el que nacieron y han rechazado participar en el programa municipal de integración, por lo que no recibirán ayudas del Ayuntamiento ni de la Xunta. Unos, porque no van a encontrar mejor lugar que ese para vender droga y otros porque no han querido o podido acogerse al plan municipal de realojo. Según fuentes policiales, todavía se trafica en 15 chabolas. Y no todas están habitadas. Sus antiguos dueños duermen en pisos en la ciudad y acuden al poblado solo a vender. Ganaron y ganan mucho dinero con eso y ahora ver que una excavadora derrumbe su principal fuente de ingresos les empuja a rebelarse. Pero así se pongan panza arriba, los van a echar si no se van ellos primero, que por su actitud no parece lo más probable.

Hay otros residentes, los menos, no tienen las manos manchadas con la heroína o la cocaína y dicen carecer de sitio a dónde irse con sus hijos. Algunos han iniciado hace un año los trámites para acogerse al plan municipal de erradicación del chabolismo. Incluso el Ayuntamiento les consiguió trabajo. Pero mal remunerado, según ellos. «Es cierto que me consiguieron un empleo en la limpieza, pero era solo de dos horas al día y el sueldo no llegaba ni a los 250 euros. Con ese dinero, malamente puedo pagar un alquiler, la luz, el agua, educar a mi hija y comprar comida», afirma una de las mujeres que quedan en el poblado.

Otros, que resistieron la tentación del dinero fácil y rápido, optando por la chatarra o la venta ambulante, se niegan a dejar el poblado porque temen que los puestos de calcetines o el cobre no les den para afrontar los gastos que supone un piso, con sus recibos y demás.

Pero todo eso, para el Ayuntamiento, son pamplinas. La concejala de Servicios Sociales, después de años trabajando con el plan de realojo, dijo que hasta aquí llegamos y les dio un plazo de 25 días para abandonar el poblado por las buenas. Por las malas lo harán la Justicia y la policía. No obstante, fuentes judiciales afirman que el gobierno local continúa trabajando para el desalojo total y pacífico, tratando con abogados de los chabolistas que todavía queda una salida.

Además, aún quedan en el poblado 15 familias que en la actualidad participan en el plan para su adaptación a la vida en una vivienda. Ya se han demolido 114 chabolas y los residentes que quedan ya fueron notificados de que deben abandonar la zona y que ahora corresponde a la Justicia y a la policía adoptar las medidas necesarias, pero se desconoce cuándo se tomarán. «Cuanto antes se vayan será mucho mejor», afirmó la responsable de Servicios Sociales, quien tranquilizó al decir que algunas de las personas no adheridas al plan ya abandonaron el lugar o han manifestado su intención de hacerlo.

La Voz de Galicia